Capítulo cuarenta y tres. Nunca dejé de amarte
Nunca dejé de amarte
Pilar se tensó como la cuerda de un violín al escuchar las palabras de Domenico, recordar a la mujer del cuadro era suficiente como para no querer conocer a la hermana, pero no podía juzgar a una por culpa de la otra. En todo caso ella solo quería recuperar a su hijo, ella necesitaba estrechar a Paolo entre sus brazos, ni siquiera podía explicarlo…
—De igual manera, quiero ir por mi hijo—dijo tajante—. Quiero a nuestro hijo en casa —añadió antes de continuar su camino.
Domenico caminó detrás de ella, sin embargo, se detuvo para hacer varias llamadas y preparar su salida de Italia. Una vez que resolvió las cosas, llamó a Paula para avisarle que irían por Paolo.
—Señor Conte —Annika apareció justo en el momento que Domenico se preparaba para seguir a Pilar al interior de la casa.
—¿Dijo algo? —preguntó Domenico, refiriéndose a su hermano.
—No, supongo que espera a que Theo venga por él —respondió Annika—. Le tiene fe a un hombre que vive de provocar traiciones, algo