Audrey no respondió a su hija.

Elisa continuó: —Seren, ya que has tomado tu decisión, te acompañaré aunque no me gustan las fiestas. Iré contigo y con mi madre a este teatro de gente. Ese tipo de evento no es más que un juego de roles.

Audrey estaba realmente molesta con su hija.

Serenity rió y dijo: —Pienso que ya que has decidido aprender a hacer negocios, hay muchas cosas que tendremos que aprender a tolerar.

—Si Elisa fuera la mitad de comprensiva que tú, estaría agradecida.

Audrey lo djio, frustrada con su hija. Pero, por supuesto, su hija tenía suficientes ventajas como para no necesitar fingir frente a la gente. Podía ser ella misma sin restricciones.

—Elisa es genial, me gusta como es, tan franca— dijo Serenity.

Elisa, presumiendo, levantó la barbilla y dijo: —Mamá, mira, tú crees que Serenity es mejor que yo, pero Serenity piensa que soy genial.

—Si te dan un poco de color, eres capaz de abrir una tintorería— respondió Audrey.

Entre las risas y conversaciones de las tres, los