—Así es, abuelo Loyal, que esperemos un día o dos más. ¿Qué te parece si le llevamos a usted a dar un paseo?
Charles estaba de acuerdo de las palabras de su madre.
Incluso Águila intervino, —Abuelo Loyal, la tía Audrey tiene razón. Ya hemos esperado décadas, un día o dos más no importan. Su salud es lo primero. Creo que Camelia llegará esta noche.
—Desde que tuvo al bebé, no ha pasado un solo día sin querer salir de casa. Está harta de los llantos de su hijo.
Águila se rió entre dientes y dijo, —Victor llora tanto como Camelia cuando era pequeña.
—¿Sí? Yo recuerdo que Camelia era una niña muy encantadora.
Los recuerdos que William tenía de Camelia cuando era niña paraban cuando ella tenía dos o tres años. Para entonces, Camelia ya había superado la etapa de llorar todo el tiempo y tenía una memoria increíble que le permitía recordar todo lo que le enseñaban.
Aunque no entendiera el significado de las palabras en ese momento, las recordaba y poco a poco las iba entendiendo.
Águila era c