Al escuchar las quejas de su nuera, la anciana no estaba enojada y dijo, —El transporte está muy desarrollado. Ya sea en avión o en tren, se puede viajar a cualquier lugar con facilidad. La distancia no es un obstáculo. Lo único que importa es que sea una chica decente e idónea para mi nieto.
—Deberíais sentiros afortunadas. Si vosotras, como madres, hubieran tenido que encargarse del matrimonio de sus hijos, seguramente se les habría puesto el cabello blanco de la ansiedad. ¿Cómo podríais estar tan despreocupadas como lo estáis ahora?
La anciana se acarició el cabello y comentó, —Precisamente por haberme esforzado tanto en el matrimonio de esos muchachos, me he quedado con la cabeza llena de canas.
Tania miró el cabello plateado de su suegra y comentó, —Mamá, podrías teñírtelo de negro. Tu cara y tu espíritu son tan vibrantes que apenas aparentas sesenta años. Si te tiñeras el cabello de negro, parecerías aún más joven.
—No es necesario. Ya acepto el hecho de que he envejecido.
Isabel