Eneko no creía que tratara a Iris de forma diferente a como trata a sus demás amigas. Sabía que Iris no comía mucho porque se sentaba justo enfrente de él y podía ver todos sus movimientos.
E Iris también podía verle a él.
Así que era natural que Iris se preocupara por él.
Llevaban años siendo viejos amigos.
Había visto a Iris cambiar de novio dos o tres veces, y cada vez que rompían parecía ser por algún problema sin importancia.
No invitaba a Iris a salir a solas cuando ella tenía novio, no fuera a ser que el novio de Iris se sentara incómodo.
Eneko era considerado, pero cuando los ex novios de Iris se cruzaban con él, mostraban una cara de asco y no querían hablar con él, como si fuera el culpable de sus rupturas.
—Señor, a su edad, si conoce a una buena chica, es el momento de pensar en el matrimonio. No debería ser siempre libre y dejar que el señor Lucas se preocupe por usted.
El gerente Manolo, de mediana edad, casado y con dos hijos, no pudo evitar aconsejar a Eneko en tono de