En ese momento, Adam, el hijo de Clive, lloraba a gritos y Clive daba vueltas por la habitación con su hijo en brazos para tranquilizarlo.
Alice, que estaba en la cama sin abrir los ojos, preguntó, —¿Tiene hambre o hace caca?
—Probablemente tenga hambre, cariño, duérmete, le prepararé leche de fórmula y después podrá dormir hasta pasadas las nueve.
Alice se dio la vuelta y volvió a dormirse.
Adam tenía una niñera, pero el único momento en que la niñera podía abrazarlo era cuando estaba dormido. Mientras estuviera despierto y la niñera lo cogiera en brazos, se echaría a llorar en menos de dos minutos.
Porque no olía a su mamá.
Alice cuidaba de su hijo ella misma la mayor parte del día, y gracias a la ayuda de Audrey y Elisa y a que Adam estaba dispuesto a quedarse con su abuela y su tía, de lo contrario su mamá habría estado agotada.
Elisa siempre elogiaba a Adam por ser consciente de la cercanía y no lloraba cuando su familia le abrazaba.
Lloraba cuando la niñera le abrazaba.
Incluso c