La voz de Arturo llegó de la cocina: —¿Qué te parece las gachas?
Tardó tiempo en hacer las gachas y así pudo tenerla aquí un poco más.
—Puedes dar unas vueltas y familiarizarte con el entorno.
En realidad, Zorrita había recorrido los alrededores hacía mucho tiempo, pero no había encontrado nada.
Sin embargo, no lo dijo abiertamente.
Una vez dicho sería una confesión de robo.
Terminó la mitad de la fruta del plato, dejó el tenedor y se levantó a pasear por los pasillos hasta llegar a la puerta de la cocina.
Se apoyó en la puerta de la cocina, con los brazos cruzados, y estiró las esbeltas piernas que vestían un par de botas negras.
Se puso un jersey rojo.
En realidad, no le gustaba el rojo.
Pero cuando se encontró con Arturo se vistió de rojo, así que esta vez también lo eligió.
—He oído que todos en la familia York son expertas en la cocina.
—Es cierto, pero los hombres son la mayoría a la hora de cocinar.
—Mi mamá cocina muy pocas veces, sólo cuando mi hermano trae a su mujer a casa,