Claramente fue Isabela quien hizo todo lo malo, ¿cómo se atrevía a echarle toda la culpa a ella?
Dalia aborrecía no poder rebatir ahora.
Todo el mundo decía que Isabela era amable y gentil, y aunque la habían acosado y había vivido peor que una criada en su familia, tenía un aura natural mucho mejor que la de su hermana.
Sólo Dalia sabía lo malvada y astuta que era Isabela.
Maya sonrió y dijo: —Señora Robinson, pase, por favor.
Cogió la mano de Isabela e invitó a la señora Robinson a entrar en la villa.
En efecto, Isabela podía ver, pero sólo podía ver por delante de sus ojos, como alguien con miopía, y Maya la cuidaba un poco más.
Las dos no se habían cruzado mucho en el pasado, pero esta noche se reconocieron al instante.
A Maya le encantaba hacerse amiga de Isabela.
Viendo que Maya cuidaba tan bien de su hermana, Dalia se puso muy celosa.
A los guardaespaldas que la seguían les preocupaba que estuviera descontrolándose, se acercaron a Dalia y la tocaron ligeramente para recordarle q