Rafael le pasó el celular a su esposa, que lo tomó y dijo: —El mocoso ha colgado.
—Ese chaval me ha colgado de verdad.
Al ver a su hijo colgó el celular, Rafael dijo con enojo.
Luego suspiró y continuó diciendo: —Hemos estado muy preocupados por él. Le presentamos a tantas chicas y ni siquiera le gustaban, aunque era porque tenía problemas. Ahora es tan difícil que haya alguien para salvarlo, y él, en lugar de estar siempre directo, está dudándose.
—Confesar su amor, proponer matrimonio, casarse, tener hijos, qué sencillo. —murmuró Rafael.
Estaba tan deprisa.
Laura comentó: —Nuestro hijo nunca se ha enamorado de una mujer, no tiene experiencia, y de todos modos, ya está cuidando a Quiana en la Ciudad Nube, no dejará oportunidad a más hombres, no te preocupes.
—El matrimonio es para toda la vida, y no sirve de nada precipitarlo. Dos personas tienen que amarse para permanecer felices. No podemos obligar a Quiana a casarse con nuestro hijo a la fuerza, de ese modo, este matrimonio nos ene