Quiana le dijo a su hermano: —Si mamá se entera de que te atreves a beber, venderá todo vino bueno que tenemos.
A Quiana también le gustaba el alcohol, sólo que no podía beber mucho.
Su mamá no la deja beber, diciendo que era una chica y que era fácil que corriera peligros cuando se emborrachaba.
Ismael sonrió y susurró: —Por eso quiero mantener a Alejandro en nuestra casa. Es un invitado muy importante, si nos prepara la merienda por la noche, le serviremos un buen vino y tomaremos unas copas sin borracharnos, eso no nos afectará en nada del trabajo, y mamá no dirá nada.
No dejar beber a quien le gustaba el alcohol era una tortura.
Así que Ismael pensó en utilizar a Alejandro.
La última vez que Alejandro vino como invitado, todos menos Quiana tomaron alcohol.
Le pareció lógico utilizar a Alejandro como excusa para beber. Quién dijo que a su madre no le gustaba tanto que bebieran.
Alejandro comentó riendo: —Durante mi estancia aquí de prestado, si quieres comer algo después de la cena,