Giselle dijo con frialdad: —Usa este dinero a comprarte dos prendas más bonitas. No te vistas como una campesina. Oh, no, eres una campesina. Toma el dinero y lárgate de aquí. No vuelvas a aparecer frente a mí.
Después de su advertencia, Giselle se dio la vuelta y se encaminó hacia su auto.
Luego, arrancó rápidamente, alejándose del lugar.
Mientras tanto, Susana permaneció sentada en el suelo, con lágrimas en los ojos.
Aunque biológicamente era su hija, Giselle lo negó.
Susana sabía que nunca podría compararse con Sandra.
Toda la culpa recae en Sandra, quien fue demasiado cruel al llevarse a su hija.
Susana recogió el dinero que Giselle le arrojó, y luego se sentó en el suelo contándolo.
Mientras lo hacía, sus lágrimas comenzaron a cesar.
Giselle solía llevar una suma de dinero en efectivo consigo.
Hacía un momento, Susana había recibido casi 10,000 dólares.
Para ella, una campesina, este dinero representaba una ganancia inesperada.
Recordó a Chloe, quien había crecido en su hogar y ah