Al ver acercarse a Zachary y Callum, los guardaespaldas de la familia Lewis se sintieron impotentes.
—Lo siento, señor York.
El guardaespaldas no tuvo más remedio que adelantarse y bloquearles el paso, diciendo en tono de disculpa: —Señor York, el señor Duncan no quiere verle, así que, por favor, retírese.
Esperaba que Zachary y los demás no le pusieran problemas.
A Zachary no le importó, en su lugar preguntó amablemente y en voz baja: —¿Duncan está despierto?
—Sí, pero no tiene apetito y se niega a desayunar. No quiere comer nada, sea de casa o de señorita Liberty, e incluso volcó al suelo el desayuno que trajo la señorita Liberty.
—El señor y la señora siguen ahí intentando persuadirle para que desayune, y de momento el señor Duncan está de muy mal humor.
Los guardaespaldas dijeron estas palabras con la esperanza de que Zachary y los demás se marcharan.
De hecho, fueron los que lo que más esperaban que Duncan estuviera dispuesto a ver a sus amigos íntimos, no querían que Duncan se pa