La escapada de fin de semana había terminado.
También la paz que vino con ella.
De vuelta en la mansión Cross, el aire llevaba su habitual tensión silenciosa, una especie de quietud que hacía que incluso las paredes parecieran escuchar. La abuela Eleanor estaba sentada elegantemente en el sofá, envuelta en su chal color crema, hojeando una revista como si no acabara de presenciar un escándalo viral en el desayuno.
“Tráeme un vaso de jugo de naranja”, le dijo perezosamente a uno de los sirvientes.
“Sí, señora”, respondió el sirviente y se apresuró a irse.
En ese momento, Aria entró, con el teléfono en la mano y el ceño fruncido.
“Abuela, Mire esto: ¡el drama del desayuno sigue siendo tendencia en línea! dijo, agitando su teléfono como si llevara malos augurios.
La abuela miró hacia arriba con calma. “¿Aún así?”
“¡Sí!” Aria exclamó, desplazándose. "La gente es muy mala con sus comentarios. Una persona dijo que probablemente preparé todo para tener influencia. Otra dijo que la expres