Valentina se sonrojó de repente, pasando de ser elocuente a sentirse completamente desconcertada.
—Eh...
¿Qué tipo de palabras tan crueles eran esas?
Tocándose las mejillas calientes, Valentina tomó una respiración profunda para calmar su corazón agitado y dijo con firmeza.
—¿Quién está pensando en ti?
—¿Tú...?
Santiago no podía dejar de sonreír. Con una sola palabra, dejó a Valentina sin palabras.
Valentina, frustrada, estaba a punto de colgar el teléfono cuando de repente, Santiago, intentando contener su risa, se lastimó la herida del hombro y emitió un gemido sordo.
—¿Qué te pasa? —preguntó Valentina, sorprendida.
Santiago miró su herida, que había vuelto a sangrar. No quería preocupar a Valentina, pero el dolor era cada vez más intenso. Intentó levantarse, pero sintió mareos y, en un descuido, derramó un vaso de agua.
Thiago, al oír el ruido, corrió a la habitación.
—Don...
Valentina también escuchó ese «don» y antes de que pudiera preguntar, su esposo colgó el teléfono.
Valentin