Teresa dudó, descubriendo que no podía, con la misma resolución de antes, expulsar a este hombre de su vida.
Sin embargo, después de un momento, Teresa empujó de vuelta el acuerdo que yacía frente a ella.
— Llévate tus cosas, no las quiero.
Aunque tanto ella como Ana son personas comunes y corrientes ahora, Teresa todavía tiene dignidad. No aceptará tal cantidad de bienes y dinero de alguien sin motivo aparente.
Menos aún permitirá que alguien menosprecie a su hija por el dinero.
Lucas no se movió, sólo la observó en silencio.
— Puede dejar este acuerdo sin firmar, y conservarlo. Tendrá efecto inmediato una vez que lo firme, no importa cuándo. También puede considerarlo como una promesa mía.
Teresa no respondió, y los dos cayeron en un incómodo silencio.
Ana se había quedado en la cocina durante un buen rato, con la intención de darles a estos dos espacio para hablar en privado. Pero, también estaba curiosa, queriendo saber de qué hablaban. Después de contenerse durante un tiempo y not