—¿De qué estás hablando? ¿Un sustituto? Jamás haría algo así, sería insultarme a mí misma y también insultar a Lucío...
Ana abría los ojos con incredulidad, sintiendo como si el mundo se hubiera vuelto completamente loco.
Absolutamente demente.
—Ana, ¿vas a negar todo lo que pasó entre nosotros? Todavía tengo los mensajes de voz que me enviaste en mi teléfono...
Lucas volteó bruscamente y ordenó que trajeran el celular confiscado de Luella, lanzándolo sobre el rostro del hombre.
—Encuéntralo.
Luella se tambaleó, aturdido y con la nariz comenzando a sangrar, pero parecía no percatarse. Tomó el teléfono, lo revisó y rápidamente encontró un mensaje de voz, que comenzó a reproducir.
—Nunca he olvidado a Lucío...
La voz de Ana se escuchaba clara y sincera desde el dispositivo.
Las piernas de Ana flaquearon. Efectivamente, era su voz, pero ella no quería dar esa impresión. Había dicho esas palabras, sí, pero era a Luz a quien se las había dirigido aquel día, con la intención de hacerla duda