Al ver su extraña reacción, Don Juan llamó a Pablo para saber que le sucedía, pero él solo lo miró con mucho resentimiento y continuó su camino.
—¿Qué habrá sucedido allá adentro? Iré a ver.— Pensaba Don Juan, en tanto recogía unos cuantos litros de leche fresca, para hacer un poco de queso, pero al ver a Doña Tilita saliendo de casa (lanzando la la puerta), decidió sentarse a intentar sacar un poco más, aunque él sabía que las vacas ya estaban secas.
Con las emociones revueltas y a flor de piel, Pablo caminó hasta la plaza del pueblo, y a todo el que se le acercaba lo trataba con poca educación, pidiéndoles que no lo molestaran y retorciéndose los ojos, hasta que llegó el turno de Josefa.
— ¿Qué haces ahí tan solo Pablito? ¿A dónde has dejado a tu Julieta? Jajaja ¿O quizás sea Julieta quien te haya dejado a tí verdad?— Josefa se reía a carcajadas mientras avanzaba a su casa, pero tragándose su amargura el decidió llamarla.
— ¡Hey tonta ven aquí!
— ¿A quién le has dicho tonta?— Prepa