Sandy no lo ha pasado bien estos últimos meses: a pesar de ser la escritora estrella en una importante editorial digital, lleva un par de meses con un horrible bloqueo escritor, por culpa de una ruptura amorosa con el hombre que pensó era el amor de su vida y no lo ha podido superar. La editorial necesita nuevo material y la tienen bajo presión, pero por más que le apasione lo que escribe, no ha logrado hilar un solo párrafo para su nueva publicación. Por esto, la editorial decide hacer algo por ayudarla a superar su bloqueo, enviándola de viaje en tren, para que cambie de ambiente, tome nuevos aires, conozca nuevas personas y esas grandes ideas, que siempre ha tenido, vuelvan a llenar su cabeza. Mike, por otro lado, tampoco ha tenido buenas experiencias últimamente, pues ha pasado por un par de situaciones "especiales" que le han roto el corazón de diferentes formas: una más dolorosa que la otra, logrando con esto, que se escude en el trabajo y se cierre al amor. Decidido a reencontrarse consigo mismo y replantearse sus metas a futuro, accede a cumplir uno de sus sueños a corto plazo, tomando un tour por Europa, viajando en tren. ¿Qué les deparará el destino en este inusual viaje, a este par de almas heridas? ¿Serán capaces de sanar sus corazones rotos?
Ler maisCamino a la felicidad es una novela escrita por Andrea Paz PS y registrada en SafeCreative bajo el código: 2302073446890.
Se prohíbe cualquier copia parcial o total de la obra, ya que estará infringiendo los derechos de autor.
_________________________________
~•⊰ Sandy ⊱•~
Necesitaba volver rápido a casa y contarle las buenas nuevas a Will—. ¡Otra novela más en camino, Sandy! —vitoreé para mí, mientras me bajaba del autobús y caminaba por Brooklands Avenue.
La tarde estaba bastante fresca, a pesar de que se acercaba el verano. Por las tardes, no deja de correr ese viento frío, que te hace abrazar a ti misma, o quizás, cobijarte entre los brazos del hombre de tu vida, cosa a la que iba dispuesta en ese preciso momento.
Steph, mi mejor amiga, me había dicho que lo celebráramos juntas, tal y como lo habíamos acordado hace una hora atrás, pero contárselo a Will era algo importante para mí y tenía todo el derecho a saberlo, como todas las otras veces, donde le he comentado que han aprobado otra de mis novelas.
Me quité los zapatos, dejé mi bolsa en el recibidor y fui a la cocina a buscar dos copas, ya que había comprado un delicioso Late Harvest, para celebrar la ocasión.
Esperaba que Will estuviera en el estudio, concentrado editando su próxima canción, pues llevaba un tiempo dedicado cien por ciento a ello.
Al ser una de las escritoras estrella en “PoketNovel”, digamos que mis ingresos solventaban bastante bien nuestros gastos y Will había decidido trabajar a medio tiempo, dedicando sus tardes a componer y editar el disco, que pensaba estrenar en diciembre de este año, decisión que apoyé totalmente, pues además de ser su novia, era su fannúmero uno.
Descorché la botella, tomé las copas y subí al segundo piso. La luz de nuestra habitación iluminaba el pasillo, así que cuando me asomé, las copas cayeron estrepitosamente al suelo, rompiéndose en mil pedazos, al igual que mi corazón.
—¡Sandy! ¡Nena, te lo puedo explicar! —exclamó Will, apartándose de la forma menos decorosa, de la exuberante morena que se cubría el cuerpo con mis sábanas.
—No sabía que tenías novia, Will —dijo la morena, con la voz ahogada.
—¡Qué curioso! —Me reí sin gracia—. A mí no me dijo que tuviera dos —farfullé, mirándolo con cara de pocos amigos, sin moverme de mi sitio.
—Nena, ten cuidado con los vidrios —Me advirtió William, mientras la morena se vestía tan rápido como la velocidad de la luz, emitiendo silenciosas maldiciones.
—¡Y un carajo, los putos vidrios! —gruñí—. ¡Márchate! —exclamé—. Toma tus cosas y vete.
William se detuvo un momento, mientras terminaba de cerrar la cremallera de sus pantalones y me observó con los ojos como platos.
—Sandy…
—¡Que te vayas, William! —Alcé la barbilla y los miré a ambos, mientras la morena me miraba con cara de querer que la tierra la trague en ese mismísimo instante—. Tú, también vete —ordené y la morena, con la misma velocidad en la que se vistió, se apresuró en pasar por mi lado, bajar las escaleras y salir de casa, cerrando con un fuerte portazo.
“Lo lamento”, creí haber escuchado, cuando paso por mi lado.
—Cariño, por favor… —Pidió, poniendo su mejor cara de lástima—. Te lo puedo explicar, nena…
—¿Qué me vas a explicar? —cuestioné—. ¿Que se te ocurrió aprovechar el tiempo con otra mujer en mi propia casa? ¿en mi propia cama? —pregunté, más fuerte de lo que esperaba sonar.
—No es más que una amiga —Intentó explicar, pero bufé y lo miré con el ceño fruncido—. J… —Lo interrumpí:
—No quiero saber ni tus motivos, ni quién es ella, ni nada… sólo vete —Pedí.
Me di media vuelta y bajé a buscar una escoba, para barrer los vidrios. Aún tenía la botella de vino en mi otra mano, por lo que la empine y le di un largo trago, dejando que el dulzor y la acidez, recorrieran mi garganta.
La dejé sobre la mesada en la cocina, tomé la escoba, el recogedor y una bolsa para dejar los restos.
Tomé una bocanada de aire y subí las escaleras, encontrándome con William, sentado en la punta de la cama, con sus codos sobre las rodillas y las palmas de sus manos, cubriéndole el rostro.
La verdad es que podría elaborar un discurso mucho más contundente, diciéndole un par de verdades antes de echarlo de casa, pero no tenía ganas. La desilusión era tanta, que sólo quería llamar a mis amigas, comer comida chatarra y emborracharnos hasta perder la razón, quizás, llorar un poco.
—¿Qué estás esperando, William? —dije, mientras me ponía a barrer los vidrios—. No hay ningún tipo de explicación para lo que mis ojos vieron —espeté—. Quiero que tomes todas tus cosas y te vayas —Pedí, mientras echaba los vidrios a la bolsa.
—Sandy…
—Por favor, William —Lo detuve. De verdad que no quería escucharlo, pues, mi actual tranquilidad se esfumaría por mis poros, dándole paso a los gritos y el llanto, y realmente no quería hacerlo. No quería verme más frágil de lo que ya me sentía—. Somos adultos. Sabes lo que hiciste. No necesito explicaciones de algo que no lo tiene. Toma tus cosas y por favor, vete.
Me di la vuelta y bajé a la sala, dispuesta a textear a mis amigas.
“Necesito alitas fritas de pollo, unas papas, aros de cebolla y a mis amigas ¿Quién se apunta? Yo pongo el vino”
La respuesta fue casi automática:
“¿Qué pasó, llamita?”
“Eso no se pregunta, amor. Sabes que si Sandy quiere comida chatarra, es porque algo ha pasado. Estaremos allá en diez, bombón”
Sonreí y me tiré en el pequeño sofá, soltando un sonoro suspiro. Acerqué las rodillas a mi pecho, mientras a lo lejos, sentía cómo William movía cosas en el segundo piso y daba zancadas de un lado a otro.
Cuando apareció en la sala con un bolso colgado del hombro y su maleta. Intentó acercarse, pero negué, mientras alzaba la mano, poniéndole un stop.
—Hay cosas que no puedo llevarme ahora… —mencionó—. Ni siquiera sé dónde iré.
—No es mi problema, William —respondí—. Puedes venir por el resto de tus cosas cuando quieras —Asintió y bajó la mirada.
El timbre sonó y William se acercó a abrir. Mis amigas lo miraron de arriba abajo y al verlo con el bolso y la cara de perro mojado, comprendieron todo sin decirles nada. Pasaron por su lado y me envolvieron en un abrazo.
Supe que William se había ido al escuchar la puerta cerrarse con fuerza, mientras mis amigas me apretaban a sus cuerpos, donde al fin pude soltar las lágrimas retenidas.
(…)
—¿Pueden creer que, después de su voz, lo primero que me llamó la atención de Will, fue su nombre? —confesé con la boca llena, mientras devoraba una alita de pollo.
—Te apuesto que es por…
—William Knox —respondí, interrumpiendo a Cristin. Suspiré y les sonreí a mis amigas, que pusieron sus ojos en blanco y negaron con la cabeza.
—No sé cómo te controlaste al tenerlo tan cerca, en la universidad —cuestionó Stephanie.
—Ni yo —Me encogí de hombros y tomé unas papas, las cuales comencé a comer—. Eran suspiros y más suspiros, porque además de ser un hombre talentoso, Casper Grayson, es un caballero, de esos como los que escribo en mis novelas y extremadamente guapo —Mis amigas suspiraron de forma teatral, se miraron y se echaron a reír.
—Cuando escribas una novela LGTB, nos harás suspirar —aseveró Steph—. Podríamos ser tu fuente de inspiración, ¿verdad, cariño? —Atrajo a Cristi hacia sí y le dejó un dulce beso en la sien, mientras otra oleada de lágrimas, amenazó con querer derramarse por mis mejillas.
Conocí a William un día de verano, mientras caminaba distraída, hasta que lo escuché cantar. Su suave voz me hipnotizó y me hizo entrar en ese pequeño bar del centro, donde rasgaba las cuerdas de una guitarra acústica y su voz hacía vibrar cada rincón del lugar.
Lo escuché cantar hasta que dio las gracias al poco público presente, se acercó a la barra para pedir una cerveza y me guiñó un ojo. Supongo que desde ese minuto, caí redondita a sus pies, más aún, cuando tomó mi mano, me dejó un casto beso en el dorso y se presentó como William Theisen, cantautor.
Pobre de mí —Pensé, al saber que con ese simple gesto, me enamoraría como una tonta.
Dos años después, me encontraba llorando, echa bolita, con mis dos mejores amigas, rodeada de comida chatarra, un par de botellas de vino y alguna canción aleatoria de Coldplay, sonando a lo lejos.
Tenía la estúpida idea de que William Theisen, era el amor de mi vida, pero cuando lo vi taladrando encima de aquella curvilínea morena, me di cuenta que no solo había sido esta vez, sino que, posiblemente, nuestro hogar o lo que yo consideré un hogar por mucho tiempo; realmente fue su estudio de grabación, su restaurant y, lo peor de todo, su motel.
(…)
La mañana siguiente, fue caótica. Noté la guitarra de Will y estuve a punto de cometer un acto criminal con ella, pero mis amigas me frenaron y la dejaron en el cuarto de lavado, junto a las otras cosas de Will, las cuales metimos en bolsas de basura y en cajas.
—No sé si sea capaz de quedarme aquí —murmuré, una vez nos arrojamos al sofá de la sala, para descansar—. Ni siquiera he vuelto a poner un pie en mi propia habitación —Me quejé.
Mis amigas se miraron y asintieron, sin haberse dicho una sola palabra. Envidiaba esa conexión que ambas tenían.
—¿Qué te parece, si le hacemos unas reformas a la casa? —sugirió Cristin. Alce el rostro y las miré, achinando mis ojos. No tenía idea lo que significaba aquella propuesta, pero sabía que cualquier cosa, sería mejor que revivir a diario la escena que no dejaba de repetirse por mi cabeza, una y otra vez.
—Está bien —accedí—. Pongámonos manos a la obra —Saltamos del sofá, nos arreglamos un poco y nos fuimos de compras.
Horas más tarde, llegábamos a casa, con tarros de pintura, brochas, rodillos y papel mural, además de una nueva botella de vino y algunas frituras, para picar.
—Estoy morida —dijo Steph, haciéndonos reír.
—Espero que estés conforme, llamita —indagó Cristin.
—Creo que podré vivir con esto —Las abracé por los hombros y las pegué a mí—. Gracias, amigas bellas —Les dejé un sonoro beso en la mejilla a cada una y nos tiramos hacia atrás, en la cama.
Habíamos pintado muros, tapizado otros y cambiamos el dormitorio principal hacia la habitación donde estaba el estudio y en su lugar, hicimos una acogedora sala, con una nueva y gran biblioteca, donde sabía que pasaría gran parte del día, ya fuese leyendo o trabajando.
Después de comer algo rápido, mis amigas se despidieron con un cálido abrazo y me dejaron en mi reformada casa, donde tendría que vivir con mis libros y mi nueva soledad, así que, lo más inteligente que pude hacer en ese momento, fue encender mi portátil y refunfuñar, al encontrarme con el fondo de pantalla, donde aparece una fotografía de William y yo, besándonos al atardecer—. No llores más, Sandy. No vale la pena —Me regañé.
Puse un fondo de pantalla genérico y multicolor. Perdí dos valiosísimas horas en guardar en una carpeta las millones de fotografías que tenía de Will y finalmente, cuando creí que estaba lista para comenzar, abrí un nuevo documento, tomé mis apuntes, mis bosquejos y me dispuse a trabajar—. Aquí vamos.
~•⊰ Sandy ⊱•~Los invitados continuaban aplaudiendo y tirándonos pétalos de rosas, mientras Mike y yo caminamos sonrientes hacia la zona donde nos tomarían algunas fotografías para el recuerdo.Cuando llegamos a la recepción, las felicitaciones y los saludos no se hicieron esperar. Stacy, Andrea y Maggie, aún seguían sin palabras por nuestra boda y nos dieron la bonita noticia de que Andrea y Ryan, se casarían el próximo año. Joseph y Mildred estaban tan sorprendidos como los demás, pero felices por nosotros, y por último, ver a los señores Sherewood emocionados por nuestra unión y más aún, con la noticia de que seríamos padres, logró robarme algunas lágrimas de emoción.La comida estuvo maravillosa. Ver a todos nuestros seres queridos en un mismo lugar, felices y disfrutando, era impagable, pero más lo era saber que ahora mi vida estaría unida a la de Mike, pues si había algo que tenía claro, era que estaríamos juntos hasta que la muerte nos separe.Tras hacer una ronda por las mesas
~•⊰ Sandy ⊱•~Habían pasado dos largos y horribles meses, ya que, como si fuese una mala broma del destino, a los días de volver de Nueva York, comencé con las benditas náuseas del embarazo, las cuales todavía no me han abandonado por completo, pero al menos ahora, me dejan vivir un poco más en paz, aunque no me debería quejar, porque Mike me consiente demasiado y me ha acompañado cada vez que debo devolver el estómago, mientras con todo el amor del mundo, sujeta mi cabello y me acaricia la espalda. Lo amo demasiado.Lo más increíble, ocurrió un día que estábamos tranquilos en casa, recostados sobre el sofá viendo una película y sonó el timbre. Mike se levantó a ver de qué se trataba y nos sorprendimos al ver a sus padres, que venían a saludar. Mi primera impresión, fue que me odiarían al volverme a ver tras haberles dicho tantas verdades en la cara, pero me llevé una grata sorpresa cuando ambos me abrazaron con cariño para saludarme y me agradecieron por cada palabra que les había di
~•⊰ Mike ⊱•~Sandy estaba encantada con cada espacio de la casa y me sentía como en un sueño, mientras la miraba recorrer con entusiasmo cada rincón. Estaba seguro que esta era la indicada y por lo mismo la había dejado para el final, pero necesitaba la confirmación de mi linda pelirroja, quien había subido, otra vez, para mirar el segundo piso, pues quedó fascinada con las vistas al mar.Después de hablar con el señor Tanner con respecto al pago y la fecha de entrega en caso de que Sandy me diera el visto bueno, me preocupé al notar que mi linda pelirroja estaba tardando mucho en bajar, así que subí a buscarla.—Sandy, amor —La llamé, pero no me respondió.Aproveché de darle otro vistazo a las habitaciones y cuando salí al balcón de la habitación principal, la vi desmayada en el suelo. Mis alarmas saltaron de inmediato y corrí para socorrerla.—¡Sandy, mi amor! —Verifiqué que no se hubiese golpeado y tomé su pulso, que por suerte estaba normal.Llamé una ambulancia y la tomé en brazo
~•⊰ Mike ⊱•~Una semana después, volábamos rumbo a Austin, ya que tenía temas que solucionar en la oficina y por supuesto, ir a visitar a Ray para presentarle oficialmente a Sandy, ya que aún no le contaba nada de todo lo que había ocurrido en estos días.Había acompañado a Sandy a la editorial, donde la recibieron muy bien y le dejaron las puertas abiertas para lo que ella quisiera. Se le veía feliz y realizada, lo que me hacía sentir más vivo que nunca, sobre todo, porque sus logros son los míos también.Su familia es un caos, pero a la vez son increíbles personas. Me sentí tan bien acogido, que no fue difícil encariñarme con cada uno, pues durante todos esos días compartimos y les contamos anécdotas del viaje y de cómo nos fuimos enamorando Sandy y yo.Fue gracioso cuando, al fin, Sandy llamó a sus amigas y las puso en contexto de todo lo que había ocurrido hasta nuestro encuentro. Les enseñó el dedo con el anillo y estallaron en gritos de alegría, felicitándonos a ambos y haciéndo
~•⊰ Sandy ⊱•~Cuando cortamos el beso, Mike me alza y grito de felicidad, pues lo que tanto había anhelado, estaba sucediendo ya y mi corazón amenazaba por salirse de mi pecho en cualquier momento.Abro los ojos y veo a mi familia aguardando a un costado, mirándonos con sorpresa.—Mike… —susurré, consiguiendo que me deje delicadamente en el suelo, dándome un tierno beso en la frente y mirándome con todo el amor del mundo, consiguiendo que las mariposas en mi estómago no se detengan—. Mi familia está aquí —advertí, rompiendo el bonito momento.—Es momento de dar la cara, como lo hiciste tú tantas veces conmigo —Me guiñó un ojo y tras pellizcarme con cariño el mentón, me tomó la mano y me siguió hacia donde mis padres.—Familia —dije, aclarándome la voz—. Aquí está el culpable por que me tengan de nuevo a este lado del charco —expliqué y mi madre no pudo contener la emoción, ya que había hablado con ella, contándole todo entre Mike y yo.—Buenas tardes a todos —dijo Mike—. Soy Mike Robe
~•⊰ Sandy ⊱•~Me bajé del taxi, caminé por el bonito sendero y toqué el timbre. Esperaba no ser imprudente al haber venido sin avisar.—¡Sandy, hija! —exclamó Heather sorprendida, abriendo completamente la puerta. Limpió sus manos en el mandil que llevaba puesto y me recibió con un abrazo.—Perdón por haber venido sin avisar, espero no interrumpir —respondí.—Claro que no, linda. Pasa, por favor —Pidió y sentir el aroma a comida casera, abrió mi apetito, dándome cuenta que llegué en mal momento—. ¡Viejo! ¡Mira quién está aquí! —exclamó entusiasmada, por lo que a los pocos minutos apareció un sorprendido Geoffrey.—Buen día, Geoffrey —Saludé.—¡Qué bonita sorpresa, linda! —dijo entusiasta.—Vamos, viejo, ve a buscar otros cubiertos y pone un puesto más en la mesa —ordenó Heather y negué.—Por favor, no se preocupen por mí —Pedí—. No me di cuenta la hora que era cuando venía hacia acá. No quisiera molestar.—No es ninguna molestia, hija. Será un placer que nos acompañes para almorzar —r
Último capítulo