66 - Socios, mis cojones.

Cuando llegaron a su apartamento, Francisco la ayudó a bajar y Sofía la acompañó hasta la puerta.

— Gracias por todo hoy, Sofía — dijo Margaret —. Hiciste un trabajo excelente.

— Gracias, señora Torres. Es un placer trabajar para usted — respondió Sofía con una sonrisa.

Margaret entró en su apartamento, sintiéndose más segura y fuerte que nunca. Colocó a su hijo en su cuna y se sentó en el sofá, dejando que el cansancio del día se apoderara de ella.

En ese momento, su teléfono sonó. Era un mensaje de Emiliano.

"Espero que tu día haya ido bien. Pienso en ti y en tu hijo constantemente. Cuídate, Marge."

Margaret sonrió, sintiendo una calidez en su corazón. Sin embargo, aquello la molestó, porque ni siquiera ha vuelto a escribirle y mucho menos preguntado por Emanuel.

Ignoró rotundamente su mensaje.

Con eso, se recostó en el sofá, permitiéndose unos momentos de paz. Sabía que aún había mucho por hacer, pero también sabía que podía enfrentar cualquier cosa que viniera. Con su hijo a su la
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