43. DOS PELIRROJAS POR UNA
TRINITY
Aguzaba el oído y nada de los pasos de Nathan, me dio tiempo a sacar la copia como 100 veces.
Un poco frustrada y admito que con algo de cabreo, salí con la hoja en la mano hacia su oficina.
Las cortinas estaban echadas, toqué la puerta y nadie me mandó a pasar, lo volví a hacer hasta que abrí por mi cuenta.
—Lo lamento, Sr. Langford, aquí está la co... — no había nadie en su oficina.
Fui a la de mi jefa y tampoco, la mini cafetería y el baño, vacíos.
Toda mi emoción y calentura enfriándose de golpe.
—¿Qué pretendías, ilusa, que vendría a rogar a tus pies, que se muere por volverte a poseer? — de repente, algunas inseguridades me asaltaron.
¿Y si era pésima idea presentarme hoy en el sitio de encuentro para la reunión?
¿Y si a Nathan eso no le gustaba y me hacía la humillación del siglo?
Tal vez me estoy creyendo demasiado importante.
—No, no, nadie paga todo ese dineral por la hija de alguien que no le importe y July me dijo que le gustaba, lo sé, se excitó,