Kurt Von Steiger, junto sus manos mientras las colocaba sobre el imponente escritorio de cedro, se quedó mirando al hombre sentado frente a él, lo que estaba por decir no era fácil, pero era hora de ser honestos, por lo menos en ciertas cosas.
—Debo decirte algo que estoy seguro que no te va a gustar, se trata de tu hija, Liesel.
—¿Qué pasa con ella? —La actitud de Eliot Dunham era conservadora, aunque en el fondo estaba impaciente por lo que le iban a decir, acaso habían descubierto a Liesel.
—La seguridad de la empresa se ha percatado de que la han estado siguiendo durante algún tiempo
—¿Siguiendo? ¿Quiénes? —Eliot no sabía si suspirar tranquilo o ponerse más nervioso, «seguir a Liesel ¿Quién y por qué?, la Hermandad», se respondió rápidamente, no podía ser nadie más