Vanessa siempre ha tenido comportamientos que la ponen en conflicto con su familia, lo que nunca esperó es que al mayor conflicto comenzara al despertar en la cama de un desconocido tras una noche de fiesta. Cuando recibe la noticia del compromiso de su hermana, regresa a su pueblo para estar presente en ese día maravilloso, pero, ¿qué pasará cuando en el viaje se encuentre con el hombre con el cual despertó días atrás?
Leer másVanessa abrió los ojos lentamente, parpadeando varias veces mientras intentaba despejar la neblina de su mente.
El suave resplandor de la luz del amanecer se filtraba por las blancas cortinas entreabiertas, iluminando la habitación con una luz tenue que agradece, pues evitaba que su dolor de cabeza empeorara.
Un escalofrío recorrió su espalda al darse cuenta de que no reconocía el lugar en absoluto.
En un principio, pensó que estaba en la casa de Silvia, su compañera de trabajo, pero al notar que no era así, no dudó en incorporarse rápidamente en la cama.
¡Al demonio con el dolor de cabeza!
Mirando a su alrededor, intentaba entender dónde se encontraba.
El corazón comenzó a latirle con fuerza en el pecho cuando notó que no estaba sola en la cama, y eso no era lo único.
Al levantar la sábana, notó que únicamente llevaba puesta su ropa interior.
Un escalofrío de temor la recorrió mientras se aferraba a las sábanas, tratando de recordar cómo había llegado hasta allí y aún más importante, ¿quién demonios era ese hombre que dormía de espaldas a ella?
Le tomó un momento poder volver a hacer funcionar sus ideas.
Con manos temblorosas, Vanessa se levantó de la cama y se apresuró a recoger su ropa dispersa por el suelo.
Cada prenda que recogía aumentaba su ansiedad, mientras seguía tratando de recordar los eventos de la noche anterior sin éxito.
Sin detenerse a pensar en por qué o cómo, se vistió rápidamente y con paso silencioso pero decidido se dirigió hacia la puerta.
Un fugaz vistazo hacia atrás bastó para confirmar que el desconocido aún dormía profundamente.
Un movimiento de este le permitió ver finalmente su rostro, su boca se abrió un poco al notar lo apuesto que se veía el extraño, aun cuando solo dormía.
Sin dar más vueltas al asunto, Vanessa salió de la habitación con el corazón palpitando desbocado en el pecho, cerrando la puerta con cuidado detrás de sí.
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Emil despertó con un ligero dolor de cabeza.
La verdad, pensó que después de dormir un poco, la molestia se iría, pero claramente no fue así.
Con un suspiro, se giró, extendiendo una mano a su costado derecho en busca de su compañera de cama. Sin embargo, sólo encontró un frío vacío a su lado.
Recordando las cosas ocurridas en las últimas horas, una baja sonrisa se dibujó en sus labios mientras su mente se llenaba de los recuerdos de la noche anterior, de cada acción de la chica y las risas que habían llenado la habitación tras cumplir con algunas de sus ideas.
Aunque sabía que algo así iba a pasar, una parte de él esperaba que al despertar aún pudiera verla allí.
Sabiendo que no tiene caso lamentarse por haberse quedado dormido más de lo que tenía planeado, decidió levantarse, luchando contra la somnolencia y el dolor de cabeza que lo acompañaban. Debido al dolor de su cuerpo y a los tragos aún haciendo estragos en su sistema, se tambaleó un poco al ponerse de pie, pero logró encontrar el equilibrio y se dirigió al baño con paso lento.
Una vez dentro, dejó correr el agua de la ducha y sintió cómo el vapor comenzaba a llenar el ambiente.
El sonido reconfortante del agua golpeando el suelo lo ayudó a despertar por completo.
Sin abrir del todo los ojos, se quitó la ropa interior y entró bajo el chorro de agua tibia.
El agua caía sobre su cuerpo, aliviando la tensión de sus músculos y refrescando su mente.
Emil dejó que la lluvia artificial corriera sobre él, llevando consigo el cansancio.
Después de unos minutos, emergió de la ducha renovado y listo para enfrentar el día que se extendía ante él.
Como primera determinación, tenía que hablar con su asistente y pedirle que encontrara la dirección de su fugitiva compañera nocturna.
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Al llegar a su hogar, Vanessa pagó el taxi y se apresuró a bajar de este y entrar en su bloque de departamentos.
Cuando entró en el ascensor, marcó rápidamente su piso y suspiró de alivio cuando las puertas se cerraron.
Alivio que murió cuando levantó su mirada y se topó con la imagen que le devolvía el espejo dentro del espacio: su sombra casi inexistente, su delineador y rímel corridos, su cabello hecho un desastre.
Cuando el ascensor se detuvo en el piso, salió a paso rápido y no se sintió segura sino hasta que estuvo dentro de su departamento.
Caminando hasta el sofá, se dejó caer en él con un suspiro agotado.
Su mente estaba llena de preguntas sin respuesta, y cada intento de recordar los eventos de la noche anterior solo parecía empeorar las cosas.
Se pasó las manos por el pelo, tratando de tranquilizarse mientras repasaba mentalmente cada detalle que podía recordar. Pero no importaba cuánto se esforzara, los recuerdos seguían siendo borrosos y fragmentados, como piezas sueltas de un rompecabezas que se negaban a encajar.
Frustrada y confundida, Vanessa cerró los ojos y se permitió un momento de descanso del torbellino de emociones, esperando que el paso del tiempo le trajera las respuestas que tanto buscaba para entender cómo terminó metida en una situación así.
Sin embargo, ninguna idea parecía coordinarse de forma sensata, y el sonido de las llaves al abrir la puerta no hizo sino alertar de que su compañero de piso había llegado.
¡Genial!
Si él apenas llegaba, significa que la dejó sola en la fiesta.
Tan pronto como la puerta se cerró y la voz de su mejor amigo llenó el espacio al saludar, se abalanzó contra él para comenzar a ahorcarlo y pegarle.
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— ¡Radu! ¡Se supone que tú debías cuidarme! — Se queja por milésima vez mientras mantiene la mirada fija en su idiota mejor amigo.
— ¡Ya lo sé! — Es la respuesta que está repitiendo desde que llegó. — Pero te repito que solo fui un momento al baño y cuando volví ya no estabas y tu celular solo me mandaba a buzón. — Radu se mantiene dando vueltas por la pequeña sala mientras piensa en qué pueden hacer. — Debemos ir a hacerte una prueba de embarazo.
Esas palabras hacen que Vanessa tome el cojín del sofá y se lo lance a la cara. — ¡Mejor ya cierra la boca!
— Es una posibilidad y lo sabes — responde el rubio mientras se sienta junto a ella.
— Solo cállate — responde con suavidad mientras coloca su cabeza entre sus manos y piensa en todo lo que está pasando. — Mis padres van a matarme, cuando se enteren de esto no querrán saber de mí nunca más. — Vanessa cierra los ojos con fuerza, tratando de contener las lágrimas que amenazaban con escaparse.
Las imágenes de su infancia entre las tradiciones gitanas de su familia comienzan a inundar su mente.
Sus padres y abuelos siempre han dejado en claro que el honor y la reputación de la familia eran sagrados.
Cualquier desviación de las normas establecidas podría traer desgracia y vergüenza sobre ellos y el repudio de sus hijos.
Por eso sus padres estuvieron tan reacios a dejarla marchar de casa para educarse y trabajar fuera de la vigilancia de los mayores, le tocó hacer un gran esfuerzo para convencerlos de que sabría respetar las costumbres con las que creció, pero ahora, por unos tragos de más, todo se había ido al demonio.
Tan sumida estaba en sus pensamientos, que cuando el teléfono de la casa comenzó a sonar, ambos dieron un ligero respingo ante la sorpresa. Sin ánimo alguno de levantarse, Vanessa y Radu dejaron que el aparato sonara y se desviara al buzón, grande fue su sorpresa al escuchar la voz de su madre en la grabadora.
“¡Vanessa cariño! Espero que te encuentres bien. El próximo mes se realizará la petición de mano de Tatiana, toda la familia espera verte ese día. Papá también encontró un buen partido para ti y espera conocerte durante las fiestas de compromiso. Llámame tan pronto estés en casa.”
Cuando la contestadora marcó el final del mensaje, los dos amigos se vieron cara a cara y mientras Radu tiene una mirada de asombro, el rostro de Vanessa solo refleja temor ante lo que le espera.
— Vanessa... — llama Radu en tono leve, totalmente asustado ante la palidez que se muestra en el rostro de su mejor amiga.
— Estoy jodida. — es la sentencia que la pelinegra atina a decir.
La celebración se encuentra en su mejor momento, y Vanessa se encuentra atrapada en medio del frenesí. Los tomates vuelan por todas partes, llenando el aire y cubriendo las calles y a los participantes con un manto rojo muy pegajoso. Vanessa, no puede evitar reír a carcajadas mientras está empapada de tomate, su ropa y cabello completamente teñidos de rojo.Con una sonrisa amplia y brillante, se lanza a la batalla, arrojando y esquivando los tomates de los demás tanto como puede. El calor del sol y la euforia de la celebración la llenan de una energía vibrante y contagiosa, una que siente como la hace recuperar toda la energía que tenía perdida. Su risa resuena en el aire, mezclándose con las risas y gritos de los otros participantes.A su lado Ioana, también se encuentra perdida en su propia emoción, pero al no alcanzar a agacharse para evitar un tomate volador, siente la pegajosa masa resbalar por su cara. Al limpiar su rostro con las manos, Vanessa se vuelve aún con su cara manchad
El ambiente y la emoción de todos en el pueblo se encuentra desbordada mientras los preparativos para la tomatima están terminándose. Las calles estrechas y adoquinadas están llenas de color y alegría, con banderas y guirnaldas adornando las fachadas de las casas. Las risas y los gritos de emoción se mezclan con la música festiva que resuena por todo el pueblo, creando una atmósfera vibrante y llena de energía.En la plaza principal se vive el epicentro de la celebración. Un gran camión cargado de tomates frescos está estacionado en el centro, rodeado de turistas y locales ansiosos por participar en la batalla de tomates. Y es allí donde Mateo y Radu se encuentran, emocionados de poder subir al camión para pisar los tomates que se utilizaran en la fiesta.Los vendedores ambulantes ofrecen paellas, churros, y refrescos, mientras los niños corren con globos y disfrutan de los juegos organizados. Todo el pueblo parece haberse volcado en la fiesta. Vanessa camina por las calles con una gr
Vanessa toma su maleta de la cinta transportadora del aeropuerto, sintiendo el peso familiar en su mano mientras se vuelve para buscar a Ioana y Radu. Ambos están también recogiendo sus equipajes, y Vanessa se siente aliviada de ver que todo ha llegado sin problemas. No es como que ella tenga muchas experiencias de viajes internacionales, pero las dos que tiene, le dejaron un mal rato con las maletas, así que es feliz de que esta vez no la perdió. Cuando fija su mirada en el reloj del aeropuerto, nota que son un poco más del medio día, eso explicaría por qué siente tanta hambre, además del sueño por haber madrugado para tomar el vuelo.—¿Todo en orden? — es la pregunta de Radu una vez que están los tres juntos—. ¿No perdiste nada esta vez? —agrega con burla.—¿Tú no quieres perder un diente? —regresa con la misma burla, la cual hace que Ioana suelte una fuerte carcajada.Juntos, comienzan a caminar hacia la salida del aeropuerto de Valencia, y mientras lo hacen y mantiene una conver
Al llegar a su departamento el reloj marca ya pasada de las ocho de la noche. Vanessa cierra la puerta tras de sí dejando escapar un pesado suspiro de cansancio. El día de trabajo ha sido más largo y ajetreado de lo que había esperado, y cada músculo de su cuerpo lo siente.Ha pasado un mes desde el fallido día de la boda, y aunque la vida y ella misma han vuelto a la rutina normal, las emociones siguen a flor de piel. Ese día después de volver de la casa del abuelo del Emil y tras hablar con Ioana, al llegar a casa encontró a su familia sentados en la sala, inicialmente espero escuchar palabras duras por lo que había pasado, pero no fue eso lo que pasó, solo encontró comprensión y palabras de apoyo mientras compartían abrazos y lágrimas.Con respecto a su posición en la comunidad gitana, pues todos están en descontento con lo que pasó, de hecho, está segura de que será a comidilla de todos hasta que algo más “grave” pase, pero sigue sintiéndose bien, así que busca de no darle mayor i
—¡Sí! ¡Así se hace! — Radu aplaude con entusiasmo, su rostro iluminado por una enorme sonrisa de satisfacción y orgullo mientras ve a la pelinegra quien maneja como si su vida dependiera de ello—. ¡Esa es mi Vanessa! Vanessa gira su rostro brevemente hacia Radu. Las lágrimas comienzan a rodar por sus mejillas, pero en esta no son de tristeza. Por primera vez en mucho tiempo, siente una abrumadora sensación de libertad y alivio. Sin preocuparse por las consecuencias, se permite dejar salir todas las emociones que tenía contenidas.Sus manos tiemblan ligeramente mientras se aferran al volante, pero el rugido del motor se siente como una nueva oleada de confianza.Mientras el coche avanza, Radu sigue riendo y aplaudiendo, su entusiasmo contagioso—. ¡Nunca había visto algo tan increíble! Pensé que tendría que pararme a media boda y oponerme, pero tú… tú simplemente te diste a la fuga ¡Eres increíble!Vanessa sonríe a través de sus lágrimas, sintiendo una felicidad indescriptible. —Gracia
Vanessa escucha el repicar de las campanas desde el interior de la iglesia, mismas que con su fuerte y alegre repicar anuncian que la boda está a punto de comenzar. La calma que había logrado reunir se desvanece rápidamente, y un temblor recorre su cuerpo. Siente cómo el frío se apodera de ella, su corazón acelerándose con cada tañido que escucha.Las lágrimas vuelven a nublar su vista mientras comienza a respirar con dificultad, pero busca de calmar sus emociones.En ese momento, la puerta de la pequeña sala se abre dando paso a su padre. Nicolau, entra con una expresión de ternura y preocupación. Acercándose a Vanessa con pasos medidos, se detiene al llegar a su lado, inclinando la cabeza y depositando un suave beso en su frente.—Nessa, ¿Estás lista, mi princesa? —pregunta en un susurro, su voz cargada de mil emociones.Vanessa quiere gritar que no, que no está lista, que su corazón está lleno de dudas y miedos. Que ella no quiere nada de esto, que pensó que podía cumplir con lo que
Último capítulo