cabellos dorados

Estoy aquí sentada tomando un capuchino que me trajo Margarita mientras veo a Dylan y a Dylan junior jugar fútbol en el jardín. Es tan hermoso ver a mi hermosos hombres, que me llena de alegría, definitivamente estoy agradecida con Dios por mi familia.

Desde el día que recupere la memoria, poco a poco han llegado a mi los demás recuerdos, y aunque a veces tengo pesadillas con el accidente, Dylan me abraza y se me calma.

Ya tengo treinta y siete semanas cumplidas, y pues es cuestión de días para dar a luz. Mi madre me dice que seguramente no me lleve las cuarenta, porque ya no soy primeriza y por eso ya tengo todo listo. Con Dylan encima de mí es difícil no tenerlo, se la pasa asfixiando me a tal punto que quisiera salir corriendo.

Acaricio mi panza mientras le doy un sorbo a mi café; está delicioso. Trato de levantarme pero está enorme panza no me deja, puesto que es tan grande que pareciera que fuera a tener cinco muchachos ahí metido, lo bueno es que es solo uno, el médico no ha dic
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