Sophie abre la carpeta: hojas marcadas, recortes de prensa, un organigrama impreso y subrayado. Habla de contratos, de plazos de pasarela, del cierre en la Cumbre. Habla de perfiles de compradores, de tres casas que intentan boicotear el orden de salida, de un rumor que ya corre en los pasillos: “Laveau no llega”.

–Llegamos –corta Amara. – Con colección cerrada el jueves y fittings el viernes. Si falta alguien, Cristóbal toma su lugar. Si falta un tul, lo cortamos en gasa. Si falta una pluma, será un vestido sin aves. Ese no es el problema.

–¿Cuál es, entonces? –pregunta Liam.

–El ruido –dice Amara. – Si ellos consiguen que yo sea la noticia, la pasarela deja de existir.

–Ahí entro yo –responde Carlota. – Seguridad ampliada en backstage. Control de acreditaciones. Lista en papel y lista mental. Y, sobre todo, control de cámaras: si aparece una foto tuya desvaneciéndote, perdimos. Y no te vas a desvanecer –añade, como si lo decretara con un sello.

–No me voy a desvanecer –repite A