–¿De verdad crees que esto fue un error? –pregunta Liam, con la incredulidad dibujada en cada línea de su rostro. Sus ojos, aún cargados de la noche que compartieron, buscan los de Amara con desesperación. –¿Eso es lo que significó para ti? ¿Un maldito error?– Su voz se quiebra al final, como si al decirlo lo estuviera confirmando para sí mismo. Como si estuviera dándole forma a una pesadilla que se niega a aceptar.
Amara lo mira, pero su rostro es una máscara de frialdad ensayada. Por dentro, su alma se deshace en pedazos. Traga saliva con dificultad y respira hondo antes de hablar, como si cada palabra fuera un bisturí que supiera dónde cortar. –Sí… significa algo –dice al fin, con un hilo de voz que traiciona la emoción que intenta ocultar. Se queda unos segundos en silencio, mirando un punto fijo en el suelo, como si al no verlo pudiera protegerse del daño que está causando. Luego alza la mirada, clavándola en él con una determinación que no se siente, pero que necesita aparentar