–Bueno… esta es la última imagen de los sospechosos –dice Ayslin con una sonrisa extraña, entre forzada y juguetona, mientras coloca una fotografía en la pizarra blanca que le robó, sin culpa, a la habitación de su hija Lucero.
Liam frunce el ceño de inmediato. Da unos pasos hacia adelante, observa con atención y su expresión cambia de confusión a puro desconcierto. –Pero… Ayslin, esa eres tú –dice en voz baja, mirándola como si ya no supiera con quién está hablando
Ella se encoge de hombros con total naturalidad, girando el marcador entre sus dedos como si todo esto fuera apenas un juego. –Exacto –responde, con una sonrisa que no alcanza sus ojos. – También soy sospechosa. ¿Por qué no lo sería? No puedo negar que hubo momentos en los que la odié… profundamente. Especialmente después de enterarme de lo que hizo. Así que, por si acaso la policía decide venir a revolver todo, prefiero dejarlo claro desde ya. Transparente. Que no digan después que lo oculté.
Se vuelve hacia la pizarra