C67-¡SE ME CALLAN LOS DOS!
Katerina despertó de golpe y el dolor en la cabeza era agudo, punzante, y al intentar moverse descubrió que tenía las muñecas atadas detrás de una silla metálica, sus ojos tardaron en acostumbrarse a la poca luz, pero en cuanto pudo enfocar lo primero que hizo fue gritar.
—¡Emma! ¡Emma! —la voz le salió rota y desesperada—. ¡Emma, respóndeme!
Solo escuchó el eco rebotando en la habitación vacía. Su respiración se aceleró y el terror subió como una ola, desesperada tiró de las ataduras hasta lastimarse las muñecas, pero no le importaba, necesitaba verla, confirmar que estaba viva.
—¡Emma! —volvió a gritar, esta vez más ahogada, como si gritar doliera.
Fue cuando la puerta se abrió y ese sonido bastó para congelarla. Más cuando vio a la persona en el marco, Santiago la miraba impasible, con una sonrisa hiriente de alguien que sabe que ya ganó.
—¿Qué te dije? —comentó con un tono suave, casi cariñoso, pero venenoso—. No tardamos mucho en volver a vernos, güeri