~ CHRISTIAN ~
Los paramédicos trabajaban en Marco con eficiencia clínica, moviéndose rápidamente, pero con precisión. Estaba sentado a su lado en la ambulancia, observando cada movimiento, cada verificación de signos vitales, cada ajuste en los equipos médicos conectados a mi primo.
Estaba pálido. Tan pálido. E inmóvil demás para alguien que generalmente no lograba quedarse quieto por cinco minutos seguidos.
Habían logrado estabilizarlo en el lugar antes de colocarlo en la camilla. Controlado el sangrado. Administrado fluidos. Hecho todas aquellas cosas que profesionales médicos hacen cuando alguien recibe un disparo. Pero no era médico. Todo lo que veía era a mi primo pálido e inconsciente, con sangre todavía manchando su camisa rasgada.
La ambulancia aceleró, la sirena resonando por la noche. Cada sacudida del camino hacía que mi estómago se apretara, imaginando el dolor que Marco sentiría si estuviera despierto.
Pero entonces, en medio del camino al hospital, sus ojos se abrieron.