~ MAITÊ ~
Cerré los ojos.
Era instintivo. Automático. Cuando sabes que vas a morir, cuando ves un arma apuntada hacia ti y oyes la orden siendo dada, cierras los ojos.
Esperé el tiro alcanzarme. Esperé el dolor. El impacto. La sangre. Sea lo que fuera que viniera cuando una bala perforara mi cuerpo.
Esperé el fin.
El ruido vino.
El estampido alto y seco de un disparo resonando por el jardín silencioso.
Pero el resto no vino.
No hubo dolor. No hubo impacto. No hubo nada además de aquel sonido cortando el aire.
Abrí los ojos confundida, mi cerebro intentando procesar por qué todavía estaba de pie, por qué todavía estaba respirando, por qué todavía estaba viva.
Y entonces vi.
Dominic.
Desplomándose.
No tambaleándose. No tropezando. Simplemente desplomándose de una vez, como si todas las cuerdas que lo mantenían erguido hubieran sido cortadas simultáneamente.
Cayó de espaldas, golpeando el piso del jardín decorado con un golpe sordo y final.
Y entonces vi el resto.
El agujero perfectament