Las palabras flotaron entre nosotros, cargadas de significado. El aire dentro del auto parecía denso, eléctrico. Christian continuaba cerca, tan cerca que podía sentir su respiración, ver cada pequeño detalle de su rostro: el leve sombreado de la barba sin afeitar, el brillo intenso en sus ojos, los labios aún húmedos de nuestro beso.
Por un momento, un glorioso y esperanzador momento, pensé que diría que sí. Que saldríamos del auto juntos, entraríamos a casa tomados de la mano, y tal vez, solo tal vez, comenzaríamos algo real. Algo nuestro.
Su mano acarició mi rostro, tan suavemente que casi dolió. La mirada en sus ojos era diferente a cualquiera que hubiera visto antes: vulnerable, casi reverente.
"Zoey..." Mi nombre salió como una plegaria de sus labios. "Quiero. Más de lo que te imaginas."
Mi corazón se disparó. Me incliné hacia él, lista para otro beso, para llevarlo adentro, para continuar lo que habíamos comenzado. Pero sus manos sostuvieron gentilmente mis hombros, manteniendo