Estaba sentada en el borde de la cama, jugando distraídamente con el celular y mirando el reloj de mesa que marcaba casi medianoche. Nate se había quedado para "terminar una conversación" con Alessandra y no me sentía cómoda con eso.
No eran celos, al menos no del tipo infantil y posesivo que hacía que algunas mujeres perdieran el control. Era algo más sutil y más peligroso: la conciencia de que Alessandra era maestra en jugar con sutilezas, en plantar semillas de duda con comentarios aparentemente inocentes, en crear situaciones que parecían casuales pero eran cuidadosamente orquestadas.
Respiré profundo, recordándome la determinación que había tomado. No me iba a dejar afectar. No le iba a dar a Alessandra la satisfacción de verme desmoronarme o crear dramas innecesarios. Fuera lo que fuera que estaba tratando de hacer, estaba preparada para enfrentarlo.
Finalment