Después de finalizar la cena, todos nos reunimos en la sala de estar alrededor de la chimenea crepitante. El ambiente estaba perfecto: luz suave de las velas mezclada con el brillo dorado del fuego, el sonido bajo de conversaciones íntimas puntuado por risas ocasionales, y el aroma reconfortante de chocolate caliente que Elizabeth había preparado para todos. Los adornos navideños esparcidos por la sala reflejaban la luz de forma mágica, creando una atmósfera de acogimiento que me hacía sentir parte de esa familia aun siendo todavía una extraña.
Richard se había acomodado cerca del piano, los dedos recorriendo ocasionalmente algunas teclas en melodías suaves que servían como banda sonora perfecta para la noche. Oliver y Sarah estaban sentados en el sofá, conversando en voz baja sobre los cachorros de la golden retriever, que ahora dormían tranquilamente en el consultorio. Tori se