~CHRISTIAN~
Una rutina extraña y dolorosa se estableció en los días que siguieron al accidente. Mi vida se había dividido en tres partes muy distintas: las horas en la UCI neonatal con Matteo, los breves momentos permitidos en la UCI general con Zoey inconsciente, y el trabajo que usaba para ocupar la mente en las horas restantes y cuando el sueño se negaba a venir.
Todos los días, a las seis de la mañana, llegaba al hospital. Primero iba a ver a Matteo, que estaba respondiendo bien al tratamiento. En seis días, ya había ganado algunos gramos y los médicos estaban optimistas sobre su evolución. Dra. Santos me permitía quedarme con él por dos horas en la mañana y dos en la tarde, tiempo que aprovechaba para conversar con mi hijo, leerle, y simplemente observarlo respirar.
"Tu mamá va a despertar pronto", le decía todas las mañanas, sosteniendo su dedito minúsculo a través de la abertura de la incubadora. "Y entonces ustedes dos van a poder conocerse bien".
Matteo se había convertido en