Vittorio Amorielle ingresó en la habitación de su hijo Jake, encontrándolo inmerso en su juego con carritos. Se agachó para estar a la altura del niño y sonrió, aunque la preocupación lo consumía por dentro.
“Jake, ¿estás bien?”, preguntó Vittorio con ternura.
El niño miró a su padre y asintió con entusiasmo. “¡Sí, papá, estoy genial!”
Vittorio aprovechó el momento para abordar un tema delicado que tenía en mente. Preguntó a Jake: “¿Qué te parecería tener un hermano o una hermana?”
Jake pensó, por un momento, sus ojos brillando con imaginaciones infantiles. “¡Sería genial, papá! Tendría a alguien con quien jugar y hablar.”
Vittorio sonrió ante la respuesta de su hijo. “¿Y si tuvieras una her