Ellis decidió encontrarse con su hermano, Jason, para un almuerzo tranquilo en un pequeño restaurante italiano en el centro de la ciudad. Mientras esperaba por él, observaba a la gente pasar por la concurrida calle, perdida en sus propios pensamientos.
Finalmente, Jason llegó, sonriendo cálidamente a Ellis mientras se acercaba a la mesa. Era más joven que ella, con el mismo cabello castaño y siempre con esa mirada traviesa de niño, a pesar de llevar un traje.
— ¡Qué bueno verte, hermanita! — exclamó Jason, sacando una silla y sentándose frente a ella. — ¿Cómo están las cosas?
Ellis sonrió y respondió:
— Las cosas van bien, hermanito. Vittorio y yo estamos ocupados, como siempre. ¿Y cómo van las cosas contigo? ¿C&oacut