Emilia por un momento se vio tentada a hacerlo, a decirle la verdad. Sin embargo, sabía que no podía hacerlo y es que no sería lo correcto.
Por fortuna, no se vio en la necesidad de tomar esa decisión, pues en ese momento la puerta de la cava se abrió. Por esta aparecieron sus padres, todos con una sonrisa en los labios.
—¿Estás aquí Alexander? —deseo constatar su padre.
—Si mamá, aquí estoy —le respondió, mientras se alejaba de Emilia con rapidez y es que deseaba que no los vieran en la posición en que se encontraban.
Apenas estos bajaron las escaleras, se encontraron con los restos de la botella que Emilia había arrojado.
—¿Qué fue lo que paso aquí? —indago Paul, preocupado por lo que sea que les hubiese pasado.
—Lo siento Paul, ha sido mi culpa. Discutíamos sobre la mejor cosecha y nos hemos dejado llevar un poco. En verdad lo lamento, te aseguro que te la pagare —intento disculparse, consciente de que debía evitar que supiera la verdad de lo que pasaba.
—No querida, descuida. N