Mateo no creía que fueran simples coincidencias. Tantos encuentros “casuales” y la evidente alegría de Lucía al ver a Nicolás le decían simplemente otra cosa.
—¡Señor Rodríguez, ya llegó!
El director Benítez, al ver llegar a Mateo, se acercó muy atento a recibirlo. Sin percatarse de la tensión entre ellos, exclamó entusiasmado:
—Ya que estamos todos reunidos, vamos al restaurante. Los invito a una buena comida con los mejores platillos y bebidas.
Mateo simplemente saludó al director, sin decir mucho.
Después de varios encuentros, el director Benítez ya conocía un poco a Mateo: de carácter algo frío, poco dado a las formalidades, pero eficiente y decidido en sus acciones. Por eso no le dio mayor importancia alguna a su actitud.
Nicolás, cortésmente, dijo:
—Adelante, señor Rodríguez.
Mateo, con expresión fría, subió de inmediato al auto.
No invitó a Lucía, queriendo ver cómo reaccionaría ella.
Javier, siendo perspicaz, intervino mirando a Lucía:
—Señorita Díaz, ¿por qué no se sienta junt