La reacción de Lucía provocó que Mateo arrugara notablemente el entrecejo. Apartó al instante su mano y, con un tono sombrío, formuló una pregunta:
—¿Tanto miedo te doy?
Lucía solo lo miraba, incapaz de pronunciar una sola palabra. Su rechazo irritó a Mateo, quien con expresión sombría, la despidió:
—Si no tienes nada más que decir, puedes irte.
Lucía tardó un rato en recuperarse del tremendo shock.
Con el embarazo, todo parecía diferente ahora. No permitiría que él lastimara a su hijo.
Se levantó rápidamente, retrocediendo unos cuantos pasos, y se dirigió a Mateo respetuosamente:
—Haré lo que me pidió, señor Rodríguez. No se preocupe.
Dicho esto, salió de la oficina sin mirar atrás.
Sus palabras dejaron a Mateo molesto e incómodo.
Poco después, entró Javier:
—Señor Rodríguez, la reunión aún continúa...
—¡Fuera! —gritó enojado Mateo.
*
Lucía abandonó el lugar con pasos inseguros. Sabía que no podía dejarse llevar por sus impulsos; cualquier error la pondría en una situación bastan