AUDREY
Me estaba llevando a su casa, oh dios mío, esta no era una buena idea, definitivamente no.
Leonard se detuvo en la entrada de una enorme reja de hierro mientras alguien abría, era un hombre pequeño y delgado, algo mayor.
—Buonanotte, signor Dómine—(Buenas noches, señor Dómine) dijo—, sua madre è venuto fuori, mi ha chiesto di dirgli che sarebbe stato a casa di sua sorella—(su madre ha salido, me pidió de favor que le dijera que estaría en la casa de su hermana)
—Grazie, Lorenzo—(gracias, Lorenzo) contestó Leonard, mientras se adentraba a su casa, o más bien, al enorme castillo.
—¿Vives en un castillo? —solté un chillido asombrada, observando la enorme construcción.
—Soy el rey de este castillo y tu príncipe azul.
Fruncí el ceño.
—Que arrogante.
Se detuvo frente a unas columnas que a mi parecer era la entrada, en frente había una enorme fuente blanquecina de sirenas perfectamente esculpidas, rodeadas de arbustos y rosas trepadoras.
El enorme castillo era una construcción de pied