En principio, el anciano se extrañó porque Bella nunca había mostrado interés en ser mi amiga; sin embargo, entendió que, hasta el más fuerte, ¡también es frágil!
- ¿Qué le habrá sucedido?
-No lo sé, pero la noto demasiado triste. Quiero apoyarla.
-Mantente alerta.
-Tranquilo, ella me inspira confianza.
Regresé donde Bella y le dije: –Ahora si podemos hablar tranquilas.
-Gracias. Debes sentirte extraña hablando conmigo; gracias por regalarme unos cuantos minutos de tu tiempo.
-Más que extraña, sorprendida. Nunca hemos hablado algo más de un cordial saludo o una cordial despedida.
-Lo sé, pero a pesar de eso, siempre he sentido que algo me une a ti.
- ¿Si? ¿Por qué?
-No lo sé. Espero descubrirlo pronto. –Ya vengo, debo hacer algo. &