Alexa Castro
Regresamos a casa al día siguiente, no me pasa desapercibida la mirada de celos mal disimulados de Alejandra.
Me ocupo de las cosas pendientes de la empresa, y de pronto mi teléfono comienza a repicar, es un número desconocido, pero igual respondo
—Nunca te ha amado—Dice sin saludar, la voz de una mujer que no logro ubicar
Estoy confundida —Está equivocada—Respondo
—Solo está contigo por la herencia, el me lo dijo— Y solo hasta ese momento la ubico, es Amanda
—Tú solo estas envidiosa—Respondo y cuelgo, con el coazon latiéndome de forma apresurada, vuelve a marcar pero no contesto, la semilla de la duda ha sido sembrada.
Cuando bajo a la cocina, Armando discute con Alejandra.
—¿Qué sucede?.— Cuestiono seria
—Nada cariño, es una tontería.— Responde nervioso
—Muero de hambre.— Suelto y me preparo un emparedado —¿Quieres?.— Le ofrezco a mi esposo.
—No gracias.— Me responde, esta muy sospechoso.
Ella está a punto de llorar apenas logra contenerse
Subo con mi abue