Después de haber tenido que dejar a Milán en manos de los doctores, Lucien, se lamentaba, aunque no era su culpa por qué jamás había engañado a Milán, se culpaba por qué estaban pasando su amada y su hijo, veía todo en rojo, quería venganza y llevarla a cabo con sus propias manos, sentía que se volvería loco
la figura imponente de su entrajado padre se hizo presente, el frío Lucien, se arrojó a sus brazos como cuando era pequeño y solo en los fuertes brazos de su padre se sentía a salvo, solo que en esta ocasión no había nada que calmara su profundo dolor e inmensa preocupación
— ¡Papá, el bebé, creo que no va a sobrevivir, Milán estaba sangrando tanto! no puedo perderlo no a él ni a mi esposa, siento que muero lentamente , sin ellos yo... no soy nada
— No voy a mentirte Lucien, las cosas se ven demasiado graves, pero debes ser fuerte, es tu deber ser la fortaleza de Milán, en caso de que pierda al niño, ella va a necesitar de ti
— Milán dijo que yo estaba muerto para ella, creyó que