Brook:
New York.
No pensé que volvería a casa tan pronto, aunque se siente como si hubiese pasado una eternidad. Mi papá no me hizo preguntas y se lo agradecí internamente, honestamente no quería hablar con nadie de lo que pasó.
Mi teléfono no sonó en muchas horas y estaba aliviada de que así fuese.
Mi papá me acompañó hacia mi habitación, dejó las maletas sobre el suelo y yo, miraba mi habitación, no la recordaba tan grande, es enorme y muy espaciosa. Se siente como la siembra de trigo, grande.
El se fue dejándome sola, me quité las botas y camine por toda la alfombra de color rosa que había por toda la habitación. Entre al closet y era del tamaño de mi habitación en la hacienda.
¿Desde cuándo todo es tan grande?
—¿Brook?
—Gian —salí del clóset y camine hacia el para darle un abrazo—, hola hermano.
—Papa me dijo que regresaste —se separó de mi—, joder, estás muy cambiada... ¿Paso algo? ¿Quieres contarme?
—No —negué—, es algo de lo que no deseo hablar ahora Gian.
—Debe ser algo fuerte