Jack llegó más que puntual, estuvo en mi casa algo temprano, con unos hermosos claveles rojos y su hermosa sonrisa, le di un beso sobre los labios completamente apasionado y bajé mis manos por toda su espalda, hasta llegar a sus redondas nalgas.
—Basta. —Dijo mientras repartía besos sobre su cuello. —Prepararé la cena. —No... ¿Podemos pasar directo al postre? —No, cenaremos, luego conversaremos. —Dijo y le miré sorprendida. —¿Te has acostado con alguien más? —Los Kleenex y yo nos estamos llevando bien, pero nadie más. —Contestó y besó mi mejilla. Le mostré el departamento y sonrió enormemente, al acabar me dio un beso en la frente y susurró en mi oído: —Estoy orgulloso de ti. —Le di un beso sobre los labios y le llevé de vuelta a la cocina.