Los dos se sentaron uno frente al otro, comiendo en silencio, disfrutando de la paz que tanto les hacía falta.
Debido a que Patricia obtuvo la evidencia necesaria, el día de regreso se decidió.
Fabiola y Patricia insistieron en comprar sus propios boletos para regresar, por lo que los hombres tuvieron que agotar su ingenio para planear el viaje juntos.
Esta vez, aprendieron de sus errores y cambiaron de estrategia.
Alejandro intentaría convencer a Fabiola, mientras que Benedicto trataría de persuadir a Patricia.
Sería un plan perfecto.
Antes de que Benedicto dijera algo, Patricia ya había cedido.
En cuanto a Fabiola, aunque Alejandro tuvo que argumentar bastante, finalmente accedió después de su persistencia.
Así, al abordar el avión, Patricia susurró en el oído de Fabiola: —¿Por qué siento que nos han atrapado por completo?
Fabiola se quedó sin palabras.
A mitad del vuelo, Benedicto se sentó al lado de Fabiola.
—Cariño, hay algo que quiero discutir contigo.
Fabiola miró por la ventana