Fabiola se giró y vio a Cedro siguiéndola, frunciendo el ceño.
Pablo también vio a Cedro y, frente a este destacado joven de Ciudad Norte, asintió con respeto pero sin sumisión: —Cedro Sánchez.
—¿Cuándo regresaste?
Cedro extendió la mano para tomar a Fabiola, en un intento de afirmar su autoridad, pero ella lo rechazó sin piedad.
Además, se paró detrás de Pablo.
Claramente no quería estar cerca de él.
Este gesto indudablemente enfureció a Cedro, quien la miró con una advertencia en sus ojos sombríos.
Pablo, ya sea por intuición o sin querer, se movió ligeramente para proteger a Fabiola detrás de él, sonriendo brillantemente sin revelar sus intenciones: —Acabo de regresar al páis hace poco, deberíamos reunirnos cuando tengas tiempo.
—Claro —dijo Cedro, apretando los puños y dirigiéndose a Fabiola detrás de Pablo. —Ven aquí.
Fabiola no había pensado en usar a Pablo como escudo, salió de detrás de él y dijo: —Cedro, parece que olvidaste, ya hemos anulado nuestro compromiso.
Ella se paró a