Uno contra otro

El alma quebrada, el corazón endurecido y una rabia que penetraba mis huesos.

            Este Ensuan estaba ciego.

Si mi mujer se había ido por cuenta propia la encontraría y la traería, mía era su nombre, pedirle perdón, mil veces si quería, pero hablar y estar juntos era lo único que hacía falta para solucionar esto y estar juntos, ¡juntos! Porque vino aquí desde lejos para estar así…juntos. Los caminos de Betel estaban solitarios, corría una brisa pegajosa como si fuese a llover, yo iba a toda velocidad en la moto sin que alguna rama me detuviera.

Salí de ahí al pueblo, derecho a la policía, aquí alguien tenía que explicarme porque no había explicación, porque si mi esposa no se fue por sí misma, ¿Quién y donde la tenía?

Matar

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