Capítulo 3.

<Extra. Rowan.>

Había pasado más de medio año desde que dejé mi manada y vine a los territorios centrales.

Ni siquiera sabía qué m****a era lo que estaba buscando aquí, pero eso no me impidió observar a la distancia mientras acampaba en el bosque.

Sorprendentemente aun recordaba cómo sobrevivir solo y sin las comodidades básicas; Cazar, comer, buscar agua y refugio era algo a lo que había tenido que adaptarme cuando era pequeño.

Ahora, con veintiséis años, me consideraba un lobo superviviente y capaz de superar cualquier obstáculo.

Eso no quería decir que disfrutara particularmente la situación.

-Joder. - Murmuró el Alfa Frederick frunciendo el ceño ante nuestra fogata.

Hace un par de meses había venido hasta mi refugio para anunciar que me ayudaría con la vigilancia.

¿Cómo me había encontrado cuando ni siquiera le había hablado de mi ubicación a Bastian? Un misterio, pero no estaba yo por la labor de decirle que su presencia no era requerida. Agradecía el acompañamiento, era solo que el Alfa siempre me ha dado escalofríos. Era como si él supiese un montón de cosas y no creía necesarias compartirlas; algo así como un lobo vidente.

De hecho, lo investigué hacía un par de años. No había registros de lobos con habilidades de clarividencia.

Como sea, el Alfa me provocaba sudores fríos.

Yo había estado investigando el "Campamento del horror" cuando él llegó y me incitó a que juntos siguiéramos las usuales carreras de uno de los Alfas que iba y venía del lugar. ¿Quién iba a pensar que no encontraríamos algunos senderos divertidos para explorar?

No. Nosotros llegamos directamente a una fogata.

Y el transfondo era mucho más siniestro de lo que ambos pudimos imaginar.

Yo me consideraba un lobo fuerte que había pasado por mierdas serias y nada podría hacerme quedar sin palabras, sin embargo lo que vimos esa noche me tuvo teniendo pesadillas por la siguiente semana. Incluso tuve que ir lejos para vaciar el contenido de mi estómago varias veces después de despartar en medio de la noche.

La m****a era... era mala. Meses de espiar a las manadas y nunca vi mi misión más clara como en ese momento.

El Alfa al que seguimos era Titus. Un lobo calvo y cobarde cuya única fuente de ingresos pensábamos que era una cadena de restaurantes en las ciudades humanas cercanas.

Teníamos que revisar la información de todas las manadas. En cuanto regresara a mi manada yo... yo no haría una m****a porque ya no tenía manada y debía recordarme constantemente que tampoco era un Beta y no necesitaba hacer otra cosa que no fuera cumplir con la misión que me encomendó Nuestra Gran Madre.

Como sea, me prometí que si un día tenía la oportunidad, yo mismo haría que el Alfa Titus pagara lo que había sucedido en esa fogata.

"Hijo mío"

Salté del tronco asustado antes de que reaccionara y me arrodillara en el suelo con respeto.

-Si, Gran Madre.

"Debes de ir al lugar en donde tienen presos a mis hijos más pequeños de inmediato."

-Si, Gran Madre. ¿Necesita que haga algo en específico?

"Salva a mi hijo de una muerte segura y llévalo a su hogar".

Yo asentí y el Alfa Frederick se levantó conmigo para comenzar a correr en una loca carrera hasta el lugar. Suponía que a él también le habían dado la misma misión porque ni siquiera me preguntó qué m****a hacíamos.

Nuestro campamento improvisado estaba a cinco kilómetros más o menos del sitio; llevábamos días planeando cómo m****a asaltar el lugar, matar a todos los adultos que parecían felicies por estar ahí y liberar al resto. No teníamos nada sólido, por lo que no nos habíamos apresurado a hacer ningún movimiento.

Rodeamos el lugar para ver cómo colarnos. En mi opinión, todos aquí estaban al borde de una muerte segura. ¿Cómo distinguiríamos al...?

-Quieto, Rowan. - Dijo el señor Frederick empujando uno de mis hombros hacia abajo para escondernos detrás de unos arbustos.

En ese momento se abrió una de las puertas de hierro y salieron algunos lobos empujando e insultando a un niño pequeño. El chico los seguía en silencio mirando hacia el suelo y poco reaccionaba ante los malos tratos.

Tomaron dirección hacia un sitio que hizo que los vellos de mi cuerpo se erizaran y sintiera el repentino impulso de vomitar de nuevo.

La zona de la hoguera se encontraba cerca de un kilómetro hacia el sur, a unos metros de un camino de terracería por el que los cautivos llegaban. En nuestro tiempo por las cercanías no habíamos visto a nadie llegar, pero la información la conseguimos durante nuestro primer día siguiendo al Alfa desgraciado.

Volviendo al presente, el Alfa Frederick y yo seguimos al grupo en silencio.

-¿Por qué m****a me levantaron de la cama? - Dijo uno de ellos con fastidio.

-Porque ésta estúpida cosa - Gruñó uno de los lobos en dirección al niño. - no grita sin importar los latigazos que le dé.

-¿Y ese por qué ese es mi problema?

-Porque estoy harto del chico y la orden es que para deshacernos de cualquiera de estas ratas no podemos ir en un grupo menor a tres lobos y, tristemente para ti, se supone que es tu turno en nuestro alegre grupo. - Dijo el primero con fastidio. - Ni siquiera sé por qué simplemente no los empalamos en medio del campo de entrenamiento. Así los otros mocosos se lo pensarían dos veces antes de intentar robar nuestra comida.

-Porque comenzarían a apestar, idiota. - Dijo con ironía el tercer lobo.

-¿Es en serio? ¿Me levantaron solo porque no pueden tener controlados a los cachorros? Joder, cada día se vuelven más estúpidos.

Alfa Frederick me volvió a tocar mi hombro, pero solo para hacerme algunos gestos para informarme que él se adelantaría y los atacaría por el frente. No esperó una respuesta, simplemente desapareció.

Escalofriante. Menos mal que estaba de mi lado.

Los seguí de cerca atento a la señal del Alfa Frederick mientras los lobos seguían diciendo un montón de estupideces.

Entonces, desde un árbol cayó el lobo en su forma humana encima de uno de los idiotas y con facilidad le quebró el cuello.

Los otros lobos tardaron dos segundos en reaccionar yo aproveché ese momento para atacar al más cercano en mi forma animal.

La última vez que había peleado fue hacía unos meses en el territorio del Norte donde un Alfa, siendo sinceros, me dió una paliza. Eso no significaba yo fuera malo para la lucha, sino que el Alfa Alan era mejor.

Carajo, yo había peleado contra Bastian descontrolado y puedo decir que Alfa Alan era diez veces más mortífero.

Alfa Frederick terminó de rematar al último lobo y solo quedamos dos adultos y un cachorro en el bosque. Era procupante que el cachorro ni siquiera se encogiera de miedo por la carnicería a su al rededor, tampoco intentaba huir. Él solo se quedó quieto mirando a la nada.

-Cachorro. - Dijo Alfa Frederick. - Hemos venido para llevarte a casa, ¿Nos seguirías?

Él solo asintió y en cuanto el Alfa comenzó a caminar con rumbo al camino de tierra, lo siguió con dificultad. Entonces simplemente se derrumbó al dar un par de pasos.

M****a, ¿Cuándo fue la última vez que comió? Ni siquiera podía sostener el peso de su cuerpo. O eso pensé hasta que lo tomé en brazos.

No podría tener más de siete u ocho años, la misma edad de Chase. A pesar de la semi oscuridad del bosque, a través de las telas desgarradas de su escasa vestimenta se podían ver múltiples heridas en su cuerpo.

-Lo siento. - Dije tratando de no moverlo demasiado al caminar. - Solo será por unos minutos.

Seguimos el camino de tierra hasta llegar a un camino principal. Alfa Frederick se puso en la retaguardia y estaba en alerta por si los lobos ya se habían dado cuenta de que faltaban algunos de sus amigos.

-Dame al cachorro, tú consigue transporte.

Entonces me tocaba a mi robar nuestro vehículo.

No fue difícil. Solo tuve que sacar mis garras y pararme en medio de la carretera.

Para mi suerte, el humano se detuvo de golpe y salió del vehículo asustado. Corrí detrás de él y lo alcancé para golpearlo ligeramente en el cuello y dejarlo inconsciente. Luego lo subí en la parte trasera del auto para seguido ir por el cachorro y el Alfa.

-¿A dónde?

-Al Norte. Primero debemos hacer una escala en la manada de Alan.

-No puedo entrar ahí. - Dije con medio gruñido al recordar por qué m****a reté a duelo al lobo en primer lugar.

Paula. La loba más jodidamente confusa con la que me había topado en todos mis años. Una loba a la que quería pedirle disculpas por ser tan idiota con ella y una loba que dejó la manada sin mirar atrás. Una loba que fue hacia el Norte y ahora se encuentra en la cama de...

Si, bien, lo que sea.

-Quédate a un par de kilómetros de distancia. De todas formas soy yo el que tiene que ir hacia allí. - Dijo sin darle demasiada importancia al asunto. Luego murmuró algo sobre el por qué ahora tenía que hacer de m*****a casamentera.

Dejamos al humano en un hospital a un par de horas de distancia alegando que lo encontramos en medio de la carretera así. También aprovechamos para comprar comida, botiquín de primeros auxilios y algo de ropa abrigadora y decente para el cachorro.

Menos mal que la tarjeta de Edson era la unica con la que Rose disfrutaba hacer las compras. De otro modo hubiera acabado con mis ahorros en poco tiempo.

Ahorros de toda mi vida adulta, literalmente.

Nos detuvimos solo el tiempo suficiente para cargar gasolina y curar un poco las heridas del cachorro. No era un doctor, pero si tenía experiencia curando heridas leves.

Entonces emprendimos el viaje hacia el Norte.

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