Capítulo 8

– Yo no quiero nada–dije intentando recobrar la compostura– Ahora suéltame estúpido–

– Mientes, si no fuera así, te hubieras soltado hace un buen rato–lo miré sin comprender, una sonrisa burlona se formó en sus labios– No estoy ejerciendo fuerza en el agarre–esas palabras me cayeron como un balde de agua fría

Tenía razón, sentía mis mejillas comenzar a acalorarse, me solté rápidamente de su agarré, lo empuje a un lado y me levante, prácticamente corría hacia el baño mientras escuchaba su risa, cerré la puerta apoyándome en esta, me sentía una verdadera idiota, comencé a caminar de un lado a otro mientras pasaba mi mano nerviosa por el cabello, ¿con qué cara saldría ahora?, pare mis movimientos, suspiré contemplándome en el espejo, me giré hacia la puerta al escuchar cómo era abierta

– ¿Acaso no sabes lo que significa una puerta cerrada?–cuestioné cruzándome de brazos, él no dijo nada, solo se quedó observándome apoyado en el marco

– Apuesto lo que sea que me lo vas a decir–dijo con burla, respire hondo para no lanzarle la pastilla de jabón

– Solo vete–nos quedamos en silencio mirándonos, se incorporó, creí que saldría, pero sin embargo avanzo hasta quedar a un paso de mí– ¿Qué parte no entendiste?, sal de aquí estúpido–

– Estúpido, ¿sabes?, de tantas veces que me lo llamas, comienza a perder su significado, ¿no tienes nada mejor?–cuestionó terminando de acercarse, retrocedí hasta chocar contra el lavamanos, una sonrisa un tanto maliciosa se formó en sus labios, colocó sus brazos a ambos lados de mi cuerpo arrinconándome

– Idiota–intenté marcharme, pero me lo impidió, sus manos viajaron a mis muslos, con fuerza me levanto sentándome

– ¿No tienes mejores insultos?–acercó su rostro– Mi prima de seis años tiene un mejor repertorio–fruncí el ceño, iba a decir algo, pero un dedo en mis labios me silenció, nos quedamos así por un buen rato, deslizó sus dedos por mi rostro causándome unas leves cosquillas

Su mirada era penetrante, había un brillo en sus ojos que no sabía descifrar que era, mis ojos se agrandaron ante la sorpresa de sentir sus labios sobre los míos, me quedé quieta sin saber exactamente qué hacer, pronto cerré los ojos moviendo mis labios al compás.

El beso era lento, con cada roce era como si una descarga me recorriese por completo, me aferré a su camisa sintiéndome volar, sentí sus dedos entre mis cabellos enredándose, la falta de aire comenzaba a ser necesaria, en vez de separarnos el beso aumento de intensidad, como si nos negásemos a separarnos, pero finalmente lo hicimos.

Nuestras respiraciones se habían calmado, mantenía los ojos cerrados, podía escuchar los latidos de su corazón, tenía mi cabeza apoyada en su pecho, hacia un rato que el beso acabo, pero no nos habíamos movido de esta posición, sus manos rodeaban mi cintura y su mentón estaba apoyado en mi cabeza. Cuando por fin me soltó, una sensación de frío me invadió, nos miramos en silencio, quería decir algo, pero no sabía el que, baje del lavamanos con su ayuda, fuimos hacia la habitación, se acercó a la cama cogiendo una almohada

– S… Si quieres puedes dormir conmigo–dije algo nerviosa haciendo que se detuviera, me miró algo confuso– Tiene pinta de ser incómodo–señale el sofá

– No quisiera incomodarte–

– Te lo estoy ofreciendo, no me incomoda, somos adultos, mientras nos respetemos todo perfecto–no dijo nada, parecía pensarlo, de repente una sonrisa burlona apareció

– Nos acabamos de besar, ¿tan rápido ya me quieres en la cama?–cuestionó, me quedé un tanto perpleja, agarré una almohada lanzándosela enfadada

– Eres un imbécil, quédate en el sofá, ojalá mañana amanezcas con una contractura–me metí en la cama tapándome por completo con las sabanas, me sentía irritada ante sus palabras y su estúpida risa

– Vamos preciosa, no te enfades–comentó subiéndose encima de mí, aparte la sabana mirándolo sorprendida, lo empuje a un lado

– No me digas preciosa, elige un sitio y duérmete–

– ¿Entonces te digo fea?–cuestionó con diversión, entrecerré los ojos tentada a darle un puñetazo

– No me digas de ninguna forma–dije entre dientes, sin decir nada se metió bajo las sabanas, suspiré volviendo a acostarme

– ¿Por qué tienes dos empleos?–preguntó de repente

– No es de tu incumbencia–

– Vamos quiero conocerte un poco, son seis meses de relación–bufe sentándome

– Una relación falsa, además, en el contrato pone que no nos meteremos en la vida privada del otro–

– También pone que no nos besaremos si no es necesario, y lo acabamos de hacer–dijo con una sonrisa, desvié la mirada algo avergonzada– Vamos dímelo–

– Te lo digo… Si me cuentas acerca de Amanda–su sonrisa desapareció, se quedó callado, mirando hacia el frente– Ves, es algo de lo que no des–

– Fuimos amigos desde siempre–me interrumpió– Nuestros padres se llevaban bien, cuando cumplí los 19 acepte mis sentimientos por ella, comenzamos una relación que duro tres años, fue una relación de subidas y bajadas, tóxica e intensa, acabó cuando ella me engaño con otro–nos quedamos en silencio

– Eso no concuerda mucho con lo que me dijo el otro día–comenté a lo que él sonrió con amargura

– Es como quiere justificar su engaño, dice que la abandone–

– ¿Fue así?–pregunté a lo que él me miró negando con la cabeza

– Fue un viaje de unos meses, acompañe a mi madre en sus primeros viajes, necesitaba apoyo a pesar de que su relación con mi padre no era la misma, su engaño le dolió–sus ojos brillaban con tristeza, coloqué una mano en su mejilla acariciándola suavemente, no sé qué fue lo que me impulso, pero me acerqué depositando un beso en su mejilla

– Tengo dos trabajos, para pagar la cuenta del hospital–dije casi en un susurro a lo que él asintió– Será mejor, dormir–dije apartando mi mano, me estaba sintiendo realmente atraída hacia él, algo en mí quería volver a sentir sus labios sobre los míos

– Hasta mañana, cariño–rodé los ojos ante esa palabra, me acosté dándole la espalda

– Casi prefiero que me llames fea–dije haciendo que comenzara a reír levemente, negué con la cabeza con una pequeña sonrisa, a pesar de que me hacía rabiar, me divertía con él.

Bajaba las escaleras detrás de Archie, me sentía avergonzada, había despertado abrazada a él, cuando intente separarme me agarró por la muñeca atrayéndome hacia él, me robo un pequeño beso haciéndome sonrojar y se levantó.

Suspiré sacudiendo la cabeza, lo mejor era no seguir pensando en eso, al llegar al comedor, forcé una sonrisa saludando a todos, el desayuno pasaba sin tanta tensión como la cena.

– Perdón–me disculpé sacando mi móvil del bolso, vi que Aiden me llamaba– Lo siento he de contestar–me puse de pie saliendo del salón

Perdóname o

Eso no importa, debes venir a casa de inmediato– dijo interrumpiéndome, parecía nervioso

– ¿Qué ocurre?–

Hay una asistente social aquí, les ha llegado el rumor de que eres prostituta–ante sus palabras me puse rígida– Erin, te quieren quitar mi custodia

M****a… Voy enseguida, entretenla

De acuerdo–ambos colgamos la llamada, suspiré masajeándome la sien, tenía la sensación de que las cosas se me estaban saliendo de control, volví corriendo al comedor llamando la atención de todos

– Archie, llévame a casa por favor–me miró confuso

– ¿Qué ocurre?–

– Aiden me ha llamado, una asistente social está en mi casa, quieren quitarme la custodia–nada más decir eso, se puso serio mientras se levantaba

– Vamos–dijo agarrando mi bolso

– Siento que la visita acabe así–dije mirando al señor Tucker

– No te preocupes, nos veremos más veces–asentí con una sonrisa

– ¿Podemos ayudar de alguna forma?–cuestionó Grace, parecía preocupada, si lo estaba tampoco me importaba ahora tenía otra cosa en mente

– No lo creo, pero gracias–ella asintió afligida, me di la vuelta saliendo de allí, tenía que llegar pronto a casa.

Retorcía mis dedos de forma nerviosa, era increíble que quisieran hacerme esto por tan solo un rumor, el trayecto se me estaba haciendo eterno

– Erin, cálmate, no va a pasar nada–

– No puedo, quieren quitarme a la única familia que me queda–mi voz salió un tanto quebrada, de lo nerviosa que estaba ni cuenta me di que estaba a punto de llorar

– ¿Cuántos años tiene tu hermano?–

– Diecisiete, en julio cumple los dieciocho–

– ¿De verdad?–cuestiono a lo que asentí– Es casi un adulto, esto es absurdo–

– Lo sé, pero como aún es menor…–pase mi mano por mi cara con frustración– Maldito rumor–

– ¿Qué rumor?–preguntó a lo que suspire

– Una madre, dice que me prostituyo–me asuste ante el repentino frenazo que dio el coche

– Eso es una mentira–tanto el tono de su voz, como su mirada eran de hostilidad, cosa que me sorprendió y a la vez me asusto– Tienes que decirme el nombre de esa mujer–

– ¿Para qué?–cuestioné sorprendida de su actitud

– Tú solo, dímelo–sin decir nada más, continuo el camino hasta casa.

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