Cuando contamos sobre cuando nos casaríamos todos se pusieron contentos, comenzaron a bombardearnos a preguntas, a dar sus ideas, de inmediato todas se ofrecieron para ayudar con todos los detalles, mi madre se había ofrecido para hacer el diseño del vestido, Erin acepto llena de felicidad.
– Tenemos que decidir donde casarnos–dijo buscando sitios en internet, sonreí acercándome a ella dándole un beso en la mejilla
– Yo tengo una idea… Solo falta que aceptes–me miró desconcertada
– ¿Dónde?–
– Mi familia tiene una casa en Miami, junto a un acantilado, donde los atardeceres son magníficos–
– ¿Miami?–
– Si, ¿No te gusta la idea?–cuestioné viendo su cara de dudas
– ¿Gustarme?... ¡Me encanta!–exclamó con felicidad abrazándome
E